De la caña al azúcar
Muchos productos del campo se siembran, se cosechan y llegan a nuestras casas sin necesidad de ser procesados.
Comemos la caña en su forma original generalmente en época de posadas, donde se usa para llenar las piñatas acompañada de otras frutas y dulces, o bien, la utilizamos para preparar un rico ponche. Lo que consumimos de manera cotidiana es el azúcar.
Conozcamos a grandes rasgos el proceso por el cual se extrae el jugo de la caña y se convierte en azúcar:
El primer paso es el corte de la caña ya lista para el consumo. El corte se realiza de forma manual o mecánica: si es manual, se usa el machete; si es mecánica, se utiliza maquinaria especializada. Posteriormente se transporta al ingenio, es decir, a la fábrica.
Una vez en el ingenio, las desfibradoras la cortan en pequeños pedazos para facilitar la extracción del jugo.
El siguiente paso se llama molienda y clarificación. Aquí se agrega agua caliente para obtener la sacarosa mediante un fenómeno llamado maceración. Se cuela este jugo y se calienta para provocar la sedimentación de sólidos, luego se separa el jugo claro que queda en la parte superior y se filtra.
El jugo claro se pone en un aparato para su evaporación y se concentra hasta obtener la meladura, la cual es purificada en los clarificadores antes de ser llevada a recipientes al vacío, que se llaman tachos. En los tachos se produce una masa que está compuesta por cristales de azúcar y miel.
Para realizar la cristalización se emplea un sistema de cocimientos. Esta masa se centrifuga, se seca y se enfría. Después de esto ya queda lista para ser empacada y distribuida para su venta.
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